Estas prácticas se inscriben en una concepción del arte cercana a la Creación Permanente y a la Economía Poética de Robert Filliou. Éste concibe este modo de practicar el arte como antítesis de la economía productivista moderna. Mientras la economía capitalista se rige por la lógica de la acumulación, la eficiencia o la rentabilidad, la economía poética se basa en los principios de generosidad e intercambio simbólico. Para Filliou, la poesía, entendida como forma de pensamiento y de acción,  puede convertirse en un modelo alternativo de organización social y de relación humana.

​

Así pues, en mis proyectos colaborativos y/o de mediación concibo el arte como un espacio de encuentro, conexión, intercambio, transformación… Por ello, trabajo con comunidades concretas, escuchando sus ritmos, sus necesidades pero, sobre todo, sus modos de imaginar lo común, de fortalecer vínculos y ensayar formas alternativas de convivencia. En ese intento por imaginar lo posible, propicio situaciones en las que el juego, la escucha y la colaboración permitan que emerjan otros modos de pensar juntos. En ese sentido, mis proyectos operan a pequeña escala, desde lo micropolítico (permítanme un guiño a Félix Guattari), apostando por las microacciones, esos pequeños gestos que transforman la vida cotidiana y son capaces de generar desplazamientos reales en la sensibilidad colectiva.

Activismo huertano
(2016-2017)